miércoles, 10 de junio de 2015

Una pyme industrial, un ingeniero

Artículo publicado en la Revista Técnica Industrial (Junio 2015)

La gran industria española es actualmente muy competitiva y, como muestra, solo hay que fijarse en sectores tan importantes como son el de la automoción o el petroquímico, entre otros. En este logro, no cabe duda, han influido de manera decisiva las importantes reformas realizadas por el Gobierno. Sin embargo, según los datos del Ministerio de Industria, de las 205.682 empresas industriales españolas, el 99,6% son pymes. De estas pymes industriales, el 37,6% son microempresas sin asalariados; el 48% son microempresas con 1-9 empleados; el 11,8% pequeñas empresas, con 10-49 empleados, y el 2,2 %, medianas con 50-249 trabajadores. Solo el 0,4% de las empresas industriales tienen más de 250 empleados.
Pues bien, las micro y pequeñas empresas de 1 a 49 empleados tienen un problema fundamental para su crecimiento. Este problema no es otro que la falta de competitividad, derivada del difícil acceso a la innovación y desarrollo de producto, la organización, la planificación, la producción, etc. En estos ámbitos resulta primordial la función de los ingenieros, que son los que pueden trasladar de forma directa el potencial que necesitan las empresas para desarrollarse, crecer e innovar. Y es aquí donde pedimos que se adopten las medidas necesarias para facilitar la contratación de ingenieros en las pequeñas industrias españolas.
Además de conseguir un aumento de la competitividad de las pymes industriales, nos alegraremos todos de que nuestros ingenieros no tengan que salir a otros países en búsqueda de oportunidades laborales, y que cuando lo hagan sea por pro-pia voluntad y en función de los objetivos que cada cual se fije libremente. Las empresas españolas necesitan ingenieros y los ingenieros necesitan una oportunidad.
La ingeniería técnica industrial española ha pasado de ser la cuarta profesión mas demandada a ser la segunda en la actualidad. Y este es sin duda un claro indicativo de la evolución positiva de nuestra economía. Pero, aun así, sigue sin ser suficiente para satisfacer las demandas laborales de nuestros ingenieros. Entre otras acciones, el Cogiti ha desarrollado un plan de movilidad internacional, pero no para facilitarles que se vayan sin más, pues esto no sería muy acertado, sino que hemos desarrollado en paralelo un plan de retorno, consistente en mantener a los ingenieros totalmente informados de las nuevas oportunidades que vayan surgiendo en nuestro país. Por ello, nos toca trabajar para que estas oportunidades de retorno sean cada vez más y mejores, y faciliten el regreso de nuestro capital humano.
En este contexto, uno de los puntos fuertes en los que estamos trabajando es precisamente el de que los ingenieros se generen sus propias oportunidades, a través del emprendimiento y la puesta en marcha de iniciativas innovadoras. Y para ello se hace muy necesario el trasladarles ese sentido de la responsabilidad que han de tener para con la sociedad.
Me entristecen sobremanera las escalofriantes cifras de paro juvenil. Pero si hay algo que me duele aún más es el comprobar el alto grado de resignación que muchas veces cunde entre los egresados a la espera de que la situación cambie. Y es ahí donde tenemos que poner todo nuestro ímpetu, para trasladarles la confianza que necesitan y que puedan ser ellos mismos quienes asuman el papel de la transformación y el crecimiento. Y, dicho sea con todos mis respetos, pierdan ese miedo al doctorado.
Digo doctorado y lo hago a propósito. Y así se lo traslado a los jóvenes ingenieros que visito en las universidades españolas. Y es que hay varias formas de doctorarse: una de ellas es a través de la Universidad, pero otra no menos importante es el resultado de la experiencia vivida tras un reto empresarial o profesional, sea cual sea el resultado del mismo, pero que nos acompañará durante toda nuestra vida.

Pero centrándonos en el ámbito universitario, España ha realizado la integración académica en el Espacio Europeo de Educación Superior, algo que sin duda facilita la movilidad en el ámbito mundial, pero que contrasta con el modelo que subsiste en España desde el siglo XIX en algunas profesiones. No es entendible que dos siglos después, y en el concepto de globalización en el que estamos inmersos, sigan existiendo dos niveles profesionales, algo que, por otra parte, resulta casi inédito en el ámbito mundial; como tampoco lo es la enorme segmentación profesional, basada única y exclusivamente en el concepto de uso y no en la capacitación técnica o competencia profesional.
Pensamos que ha llegado el momento de dar ese salto de modernidad que elimine esas barreras que nos hacen ser me-nos competitivos que el resto de ingenieros a nivel europeo y mundial. Y que, sin menoscabar ni uno solo de los derechos adquiridos por los actuales profesionales, podamos confluir hacia los modelos mayoritariamente implantados de habilitación profesional por los colegios profesionales. Aquí, claro está, tendrá especial protagonismo el desarrollo profesional continuo (experiencia y formación) a lo largo de la vida, lo que a su vez resulta ser un objetivo básico en la política europea para conseguir mejorar la empleabilidad, la movilidad y la competitividad. Algo de lo que precisamente en España estamos muy necesitados.