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viernes, 28 de diciembre de 2018

Los cambios que están por venir

Los cambios que están por venir. Editorial Revista Técnica Industrial nº321

Después de 33 años de pertenencia de España a la Unión Europea, podemos decir que los cambios más importantes en la Ingeniería son los que están por venir. La heterogeneidad tanto en las titulaciones como en el ejercicio profesional de Ingeniería en los diferentes Estados Miembros, unido a las enormes reticencias al cambio que se plantean desde algunas organizaciones profesionales, están dificultando en exceso la implantación de un modelo de Ingeniero europeo homogéneo y adaptado al orden mundial, que vaya acorde con el alto nivel de movilidad que presenta la profesión de Ingeniero.
Y es que la movilidad internacional es fundamental. Solo facilitando la movilidad de los profesionales se conseguirá una economía europea pujante, dinámica y competitiva. Desde nuestras organizaciones, hace tiempo que fuimos conscientes de ello, y en este sentido, hemos realizado numerosas actuaciones. Una de ellas nos lleva a hablar de la Tarjeta Profesional Europea, pues consideramos que la respuesta a las necesidades de los ingenieros españoles, con relación a su movilidad europea y la libre prestación de servicios, está en reforzar los instrumentos puestos en marcha a día de hoy por la UE para lograr el reconocimiento de sus cualificaciones profesionales. Por el momento, la TPE no es extensiva a los ingenieros, pero desde el COGITI hemos mantenido reuniones y realizado gestiones con varios eurodiputados para aprovechar la competencia del Parlamento Europeo, en lo que respecta a la petición de elaboración de propuestas a la Comisión Europea, y exigir, junto a ellos, la extensión de la Tarjeta Profesional Europea a la profesión de Ingeniería. El primer paso ya se ha dado al solicitar dicha extensión durante la reunión de la Comisión de Mercado Interior y Protección al Consumidor el pasado 22 de noviembre. 
Por otra parte, desde el COGITI, también hemos participado en el estudio para la puesta en marcha de otra herramienta que puede resultar muy útil para lograr la convergencia de las profesiones reguladas: los principios comunes de formación. Este concepto fue introducido por la Directiva 2013/55/UE/, que modifica otra anterior en su artículo 49. En concreto, nuestra organización ha participado en las diferentes consultas que se han realizado en el marco del estudio que la Comisión Europea encargó al Consejo Europeo de Cámaras de Ingenieros (ECEC). 
En este contexto, tenemos que seguir trabajando para conseguir una Directiva Europea en el ámbito de la Ingeniería, que recoja lo más común y lo mejor de los modelos existentes. Con este objetivo, desde nuestro Consejo General no solo se ha participado en los estudios y encuestas que se han llevado a cabo en el seno de la Comisión Europea, sino que además hemos firmando convenios de colaboración con Asociaciones de Ingenieros de otros países, como Irlanda, Italia, Francia, Dinamarca…, y está previsto suscribir acuerdos con asociaciones profesionales de otros Estados. 
Además, nuestro compromiso con Europa ha quedado también patente con la incorporación del COGITI en la Asociación Europea de Jóvenes Ingenieros (EYE), el pasado mes de mayo. Y es más, las organizaciones de jóvenes ingenieros procedentes de toda Europa se darán cita el próximo mes de octubre de 2019 en Madrid, por primera vez, en el marco de las Conferencias que periódicamente lleva a cabo EYE, y que en esta ocasión organizará el Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España (COGITI). Se trata de un encuentro muy importante, que acogeremos con gran entusiasmo e interés, y que supondrá sin duda un gran espaldarazo para la Ingeniería Técnica Industrial española. 
No hemos de olvidar que nuestra economía necesita aún los cuidados necesarios para que realmente pueda abrirse el camino hacia un crecimiento sólido, en gran parte auspiciado por los ingenieros, ya que somos el signo evidente de la competitividad que necesita un país para generar riqueza, y entrar así en una nueva etapa de prosperidad.
Sin embargo, las atenciones que necesita nuestra economía parten de la base de que la Industria es la única actividad capaz de aunar el modelo de crecimiento necesario. No obstante, para ello, es imprescindible llevar a cabo una adaptación constante de los estudios universitarios a las necesidades de las empresas, impulsando el espíritu emprendedor, la movilidad internacional y la competitividad. Además, la Industria es el sector más innovador y de ahí que requiera también una formación continua eficiente, ya que los conocimientos adquiridos exclusivamente en la enseñanza reglada no bastan para desarrollar toda una vida profesional.
Al mismo tiempo, es necesario hacer un esfuerzo para atraer a los jóvenes hacia una formación técnico-científica, y garantizar de este modo que las competencias profesionales satisfagan las necesidades de la Industria. Los estudiantes de Ingeniería han de ser conscientes de que, gracias a los conocimientos que van a adquirir durante su carrera, estarán contribuyendo a sacar a flote la economía. También han de saber que en este arduo camino no están solos: cuentan con el respaldo y el apoyo de los Colegios Profesionales, cuyo objetivo en definitiva es servir a la sociedad. En nuestro caso, a través de las iniciativas que estamos llevando a cabo en los últimos años, y que junto con el Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España (COGITI), han contribuido a mejorar la empleabilidad de los Ingenieros. 
Desde nuestra profesión no solo estamos de acuerdo con el concepto de la Unión Europea en sí, sino que creemos firmemente que significará una evolución necesaria en el ámbito de la Ingeniería española, que sin duda alguna mejorará la competitividad de los profesionales y de la sociedad en su conjunto, así que nos felicitamos por ser parte integrante y auguramos un futuro prometedor, para el que mostramos nuestro compromiso más firme. 
Además, desde nuestras posiciones, continuaremos trabajando con más fuerza, si cabe, para los muchos ingenieros/as que a día de hoy siguen sin empleo, reforzando nuestras virtudes profesionales en las empresas, y potenciando el sector industrial que nos define, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. 

José Antonio Galdón Ruiz 
Presidente del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España

lunes, 9 de abril de 2018

Ninguna Ingeniería puede saltarse Bolonia


Artículo de opinión publicado en Cincodias 20-03-2018

Ninguna Ingeniería puede saltarse Bolonia


La reforma del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) trajo a España una evolución de las titulaciones académicas acordes con el siglo XXI y el entorno mundial, pero desgraciadamente, sigue habiendo intereses particulares que se anteponen a los generales, que pretenden no solo desvirtuar ese nuevo modelo, sino lo que es más peligroso todavía, involucionar al siglo XIX.
En España existen 2 niveles profesionales en las Ingenierías, las Ingenierías Técnicas y las Ingenierías, que algunos se empeñan en seguir llamando “superiores”, algo que no tiene reflejo en el resto del ámbito europeo y mundial, pero sin embargo, todavía hay quien piensa que es necesario seguir manteniendo esa singularidad, aun a costa de los problemas de movilidad de los Ingenieros españoles.
Antes de Bolonia, existían en España 4 niveles académicos, las titulaciones de 3 años (Ingenierías Técnicas, Arquitectura Técnica y Diplomaturas), las de 5 años (Ingenierías, Arquitectura y Licenciaturas), y posteriormente los niveles de Máster y de Doctorado. Con la reforma de Bolonia se quedaron solamente 3 niveles, que son el Grado (4 años), Máster y Doctorado, lo que suponía en efecto el unificar los 2 primeros niveles pre-Bolonia.
Pero con las Ingeniería se ha actuado de otro modo, ya que para seguir manteniendo esa dualidad en las profesiones de Ingeniería por un lado, y para mantener las estructuras universitarias por otro, se llevó a cabo lo que se suele denominar una operación de “Ingeniería financiera” consistente en reinventar Bolonia para que las antiguas Ingenierías se convirtiesen en Máster. La cosa no quedó ahí. En contra de todos los criterios de unificación previstos en el EEES, se crearon ex profeso unos títulos de Grado en Ingeniería denominados “blancos”, (sin atribuciones ni salidas profesionales) que tienen como única finalidad el acceso al Máster (generalista y no especialista contra lo que dice Bolonia) que otorga la profesión de Ingeniero.
Pero la sociedad no es tonta, y los “millennials”, menos, y rápidamente han percibido que las titulaciones de Grado en Ingeniería son las que demandan las empresas, las que se reconocen en el resto de Europa y en el mundo, las que dan acceso a profesión regulada y por tanto otorgan atribuciones profesionales, y este hecho, unido a la mayor eficiencia y rendimiento que los alumnos obtienen de los Másteres de especialización, ha conducido al fracaso estrepitoso de la “operación resistencia” que algunos pusieron en marcha, y que ahora pretenden resucitar con nuevas estratagemas.
Lejos de reconocer el error y rectificar, lo que se cierne desde algunos responsables de las Universidades Politécnicas y  avaladas por los representantes de las profesiones de Ingeniería, aunque con intereses distintos, es la creación de programas “integrados” de Máster en Ingeniería, es decir, que un alumno se pueda matricular directamente en un programa que incluye Grado y Máster, lo que vulnera por completo la legislación vigente y el espíritu de Bolonia, pues se podría acceder al nivel de postgrado sin haber culminado el Grado. Es como acceder al doctorado sin haber terminado el Máster, o comenzar el título de Grado sin haber terminado el bachillerato, dejando patente los “intereses” que priman, frente a la meritocracia que debería definir nuestro sistema educativo.
La Universidad tiene como misión principal generar y transmitir conocimiento, desde el que  podamos tomar nuestras propias decisiones, pero en ningún caso se trata de hacer rehenes o influir de manera indirecta en la formación que cada uno quiera recibir. Los titulados de los Grados “blancos” (sin atribuciones ni salidas profesionales) se ven obligados sí o sí, a realizar los Másteres habilitantes, y no tienen posibilidad de elegir. Es como en el cuento de las lentejas: las tomas o las dejas, pues no hay otra opción que quedar atrapados en la telaraña universitaria.
Si ya cuesta que los jóvenes de 18 años elijan estudiar las titulaciones de Ingeniería, no solo por la dificultad que entrañan, sino muchas veces por el desconocimiento real de las funciones de los Ingenieros, pues imagínense cuando se les habla de profesiones reguladas, atribuciones y todo lo demás: al final, eligen una titulación que tiene un nombre recurrente y suena bien, y que además lleva la palabra Ingeniería. Pero esta situación cambia conforme van pasando los años en la Universidad y se va descubriendo el mundo de las Ingenierías, cuando unos pueden ir de Erasmus a otros países, y cuando otros no ¡porque no tienen homólogos! Cuando miran las ofertas de empleo y ven que su titulación no aparece en ninguna, o que no tienen un Colegio profesional que los acoja. Es entonces cuando empiezan a hacerse preguntas y no les gusta conocer las respuestas, cuando ven que otros compañeros que estudian con ellos en las mismas escuelas, acceden al mundo laboral como Ingenieros (mecánicos, eléctricos, químicos…) o cuando pueden elegir cualquier Máster de especialización para poder seguir formándose, y sin embargo a ellos, solo les queda el camino que alguien ha decidido previamente en su lugar.
Y para algunos la consigna es clara: “Hay que cubrir como sea las plazas de los Másteres en Ingeniería con atribuciones”, y para ello, cualquier cosa vale, aunque sea a costa de coartar la libertad de decisión, que como hemos dicho es uno de los valores clave que ha de otorgar la Universidad a sus alumnos.
Desgraciadamente ya hay alguna Universidad Politécnica que ha aprobado unos programas de “Máster integrados” en las Ingenierías, que representan la involución en el EEES, y cuya legalidad con la legislación actual  y la aceptación por la comunidad universitaria está por comprobar.
Los millennials tienen otro tipo de valores que no pasan por ser Ingenieros “Superiores” o “Inferiores”, sino que van más encaminados a ser los mejores Ingenieros, a disfrutar de su trabajo,  a ser útiles a la sociedad, a sentirse realizados y sobre todo a tomar sus propias decisiones, así que por favor, reflexionemos todos y que las decisiones que se adopten o las posturas que se defiendan, correspondan al interés general y no al particular.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Nuestra Profesión no tiene límites

Editorial revista Técnica Industrial nº316-Abril 2017. Nuestra profesión no tiene límites

Por más que algunos se empeñen en tratar de limitar nuestra capacidad de actuación según criterios y normas de hace dos siglos, la realidad muestra que los límites no existen en nuestra profesión y que cada uno de nosotros será capaz de hacer todo aquello que se proponga.
Es cierto que la titulosis que existe en nuestro país puede obstaculizarnos en determinados aspectos de la función pública o, por lo menos, así ocurre con los titulados en ingeniería técnica industrial, pero también lo es que ya se ha dado el sal-to definitivo con los actuales titulados de grado en ingeniería de la rama industrial, que, sin embargo, sí que pueden optar a los máximos niveles de la Administración. No en vano, desde las propias Administraciones que no hacen nada más que dar lecciones de una “competitividad” que no aplican, se siguen poniendo barreras al desarrollo de los profesionales, algo que, por suerte para nuestro desarrollo y economía, no ocurre en el ámbito privado.Resulta que en esta revista podremos ver que hay titulados en ingeniería técnica industrial que están dirigiendo con gran acierto grandes empresas y filiales de multinacionales en nuestro país y que, sin embargo, no podrían ocupar un puesto de director general en un ministerio, algo que para algunos hasta significará un alivio, pero que no deja de ser una restricción propia de países en desarrollo. Sin embargo, este clasismo de las titulaciones, por desgracia para todos, también se está llevando a cabo en algunas de las empresas públicas que como ocurre con la Administración, también pagamos to-dos los españoles con nuestros impuestos.
“OS ANIMO A TRANSFORMARNOS EN INGENIEROS 4.0, LO QUE, ADEMÁS DE ELIMINAR LOS COMPLEJOS Y LAS BARRERAS, NOS PERMITIRÁ AFRONTAR CON SEGURIDAD TODOS NUESTROS DESAFÍOS PROFESIONALES”
Cuando se quiere acotar la selección del mejor candidato entre solo unos pocos, se corre el riesgo de dejar fuera del proceso a profesionales mucho más cualificados y que, por tanto, generarían mucho más valor donde ejerzan su actividad, ya sea en el ámbito privado o público, y esto es algo que a algunos todavía les cuesta entender.
No obstante, si hay algo que me define es que siempre miro las situaciones con optimismo y, por supuesto, me gusta trasladar a todo aquel con el que interacciono, y por ello desde aquí os digo que esta situación está cambiando y va a cambiar, y que debemos hacerlo entre todos. Nuestro mejor argumento va a seguir siendo el trabajo que todos y cada uno de nosotros realizamos día a día, demostrando no solo nuestra capacidad y excelencia profesional, sino nuestro compromiso diario por el desarrollo de nuestra sociedad.
¿Alguien de este país concibe la industria sin la participación de los ingenieros de la rama industrial? ¿Alguien piensa que somos prescindibles? ¿Alguien pone en duda nuestra valía profesional? No, ni lo piensa nadie, ni nadie va a conseguir que lo piensen. Y es a partir de aquí donde tenemos que marcarnos nuestras metas y objetivos profesionales y realizar todo lo que esté en nuestras manos para poder conseguirlos, que si bien no será fácil, también os digo que no es imposible.
Y esto último lo puedo afirmar de forma rotunda simplemente basándome en hechos reales y tangibles que todos vosotros vais a poder contrastar en el interior de esta revista, en la que comprobareis no solo que no tenemos cotas, sino que somos un referente profesional tanto en nuestro país como en el resto del mundo.
Y está muy claro que ni todas las personas ni todos los ingenieros somos iguales. Por eso, cada uno de nosotros deberá destacar del resto potenciando sus cualidades y los conocimientos adquiridos para competir de forma sana con el resto de profesionales, lo que significará precisamente el éxito de una sociedad moderna y desarrollada.
Tenemos ante nosotros el reto de protagonizar nuevamente lo que algunos llaman la cuarta revolución industrial, la de la industria conectada o 4.0, y no cabe duda alguna de que nuestro papel es y va a ser fundamental para llevarla a cabo, así que solo nos hace falta creer en nuestras posibilidades, que son infinitas, y tener la oportunidad de aplicarlas, que es para lo que tenemos que trabajar. Por tanto, y aprovechando el cambio de modelo productivo de la industria 4.0, os animo a transformarnos en ingenieros 4.0, lo que, además de eliminar los complejos y barreras, nos permitirá afrontar con seguridad todos nuestros desafíos profesionales sin temor a la competitividad en la que somos expertos.
José Antonio Galdón Ruiz
Presidente del Consejo General de Graduados en Ingeniería rama industrial e Ingenieros Técnicos Industriales de España

martes, 24 de mayo de 2016

Hacia una evolución conjunta de la Ingeniería. (Editorial Revista Técnica Industrial nº 313)


Hacia una evolución conjunta de la Ingeniería.

La fecha del 8 de abril de 2016 y el R.D. 143/2016 pasarán a la historia de nuestras instituciones como elementos significativos de la evolución y transformación que nuestra profesión ha realizado a lo largo de su dilatada historia.
En esta ocasión, el nombre de nuestra Institución ha evolucionado incorporando en el mismo a las nuevas generaciones de Ingenieros que tras la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior están surgiendo de nuestras Universidades y Escuelas, y me refiero a los Graduados en Ingeniería de la rama industrial, que conforme a la orden CIN 351/2009 dan acceso a la profesión de Ingeniero Técnico Industrial.
Ingenieros mecánicos, eléctricos, electrónicos, químicos, textiles, diseño industrial …, representan la nueva generación de profesionales totalmente en consonancia con el ámbito europeo y mundial  y que sin duda alguna marcan el presente y futuro de las profesiones de ingeniería en España.
Nuestros profesionales han sabido evolucionar en consonancia con la sociedad y con los requerimientos de la misma, y este hecho, nos ha llevado a ser un referente claro en el mercado laboral y profesional de nuestro país, pero desgraciadamente no ha ocurrido lo mismo con las profesiones y la concepción de las mismas.
El modelo español de las profesiones basado única y exclusivamente en la posesión de un determinado título académico, resulta algo insólito e inusual en el panorama mundial, como también lo es, la ausencia del reconocimiento de las competencias adquiridas a lo largo de la vida profesional y por tanto, el consiguiente freno a la evolución de los profesionales.
Este hecho, unido al de unas atribuciones profesionales muy segmentadas, estáticas y basadas exclusivamente en el uso y en función de la rama de la ingeniería, sigue generando excesivos conflictos donde los más perjudicados son precisamente, a los que desde los Colegios Profesionales tenemos que servir y por los que tenemos que trabajar, que son los Ingenieros y la sociedad. Es por ello, que debemos hacer una reflexión profunda sobre el concepto de corporativismo profesional que impera en las instituciones colegiales, y matizar todas aquellas cuestiones que no son propias de organizaciones que tienen, entre otras misiones la de fomentar el desarrollo y prosperidad de las sociedades.  
Es obvio que los corporativismos sesgados no ayudan sino a tratar de mantener posturas inamovibles y arcaicas, que lejos de propiciar avances producen continuamente retrocesos e involuciones que además generan conflictos innecesarios e impropios del siglo XXI.
Esta situación, está desgraciadamente muy arraigada en las Ingenierías españolas, donde tanto entre las diferentes ramas como entre las Ingenierías Técnicas e Ingenierías de la misma rama, se mantienen en muchos casos enfrentamientos por “tradición” y “arraigo” pero no por motivos reales o causas justificadas por interés general.
Muestra de ello, es el reciente anuncio que se ha realizado desde el Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales de España donde se indica que van a recurrir al Tribunal Supremo el cambio de denominación de nuestro Consejo General, y sin entender muy bien los objetivos reales que persiguen, sí que evidencian, su deseo de impedir nuestra evolución y que por tanto, ese sería un beneficio para ellos, algo que define de forma precisa la actitud y objetivos de los “dirigentes” de nuestros compañeros Ingenieros Industriales. 
Pues bien, ante este hecho, solo quiero trasladar tranquilidad porque nuestra actuación, se ha realizado desde la más estricta legalidad y con los procedimientos que fija nuestro Estado de Derecho, habiendo recabado los informes de todos los Ministerios afectados, y de las corporaciones, entidades y organismos entre las que por supuesto han estado los Ingenieros Industriales, y habiendo obtenido tanto el informe favorable del Consejo de Estado como la aprobación por parte del Consejo de Ministros y la posterior publicación del R.D. 143/2016 que recoge nuestro cambio de denominación.
Pero también quiero decir, que esta situación no va a variar ni un ápice el sentido de nuestras actuaciones que nunca van a estar dirigidas a atacar o entorpecer la actuación de otros compañeros profesionales, sino que van a continuar en el sentido de construir y evolucionar la profesión a la que representamos y teniendo siempre muy presente los objetivos que perseguimos y que sin duda deberían ser compartidos, como son el crecimiento y desarrollo de nuestro país, a través de ofrecer a los profesionales que ofrezcan más seguridad, calidad y garantías a la sociedad, y fomentar y mejorar el sector industrial.
Desde aquí tiendo nuevamente la mano a nuestros compañeros para trabajar juntos en lo verdaderamente importante, en todos los objetivos que compartimos y en lo que realmente tenemos que ser útiles, dejando a un lado todo aquello que nos impida generar las sinergias que necesitamos.
Pero es más, debemos tender hacia una organización profesional única que aglutine todas las ramas de la Ingeniería, como ocurre en la mayoría de países, y de esta forma además de conseguir ser más fuertes e influyentes, se fijarían unos criterios uniformes de habilitación profesional que permitiesen una competitividad sana entre los profesionales, y a su vez aumentasen la calidad y garantía de los servicios que prestamos a la sociedad.
Es el momento del diálogo entre las profesiones, y es el momento priorizar los intereses de la sociedad y los colegiados, frente a los corporativismos sesgados y rancios que desgraciadamente se siguen imponiendo. Así que desde aquí, apelo a la altura de miras y generosidad de todos los dirigentes de las corporaciones profesionales de la Ingeniería, para comenzar a trabajar en un proyecto de unión, que a buen seguro no estará exento de dificultades, pero que tendremos que superarlas con ilusión y con la certeza que el resultado nos hará mejorar a todos.

Y estas son las reflexiones que he querido compartir con todos ustedes, desde la humildad y con el máximo respeto a opiniones diferentes, pero a su vez, las hago desde la convicción, el espíritu constructivo y una óptica liberal (que no libertina), que son las que guían mis actuaciones y propuestas, con mayor o menor acierto.

viernes, 12 de febrero de 2016

La necesaria evolución de las profesiones de Ingeniería

La necesaria evolución de las profesiones de Ingeniería
Nuestra sociedad, la Ingeniería y los Ingenieros hemos ido evolucionando en conjunto, de forma coordinada y a la vez recíproca, pero seguimos sin dar ese salto de modernidad que requieren las profesiones en sí y su ejercicio profesional. Seguimos anclados en el siglo XIX y la nostalgia y el inmovilismo son la base de las actuaciones que desde algunos ámbitos profesionales se pretende imponer, y que por tanto impiden la evolución lógica, a la que por otra parte, queramos o no queramos, estamos abocados. Tenemos ante nosotros la oportunidad de ser nosotros, las corporaciones profesionales, los que propiciemos e impulsemos esos cambios desde una perspectiva profesional y de futuro, si no queremos que sean otros los que nos lo impongan.
Nuestro modelo de ejercicio profesional ha permanecido prácticamente estático desde sus orígenes, y no solo sigue manteniendo una dualidad en las profesiones de Ingeniería inédita en todo el mundo, sino que además basa las atribuciones profesionales de los mismos, única y exclusivamente en la posesión de un determinado título académico, y en el concepto de uso y no de capacitación técnica o competencias específicas y propias de un determinado profesional.
Tanto es así, que hasta el concepto de atribuciones profesionales, resulta muy confuso no solo para los estudiantes o recién egresados, sino para la mayoría de los ciudadanos que muchas veces no logran entender esas restricciones en el ejercicio profesional en el ámbito de la Ingeniería y la Arquitectura.
Pues bien, las atribuciones profesionales son la capacidad legal para el ejercicio de una profesión regulada en España, que conlleva implícitas la habilitación para realizar una serie de actuaciones profesionales.
Esta habilitación se otorga en nuestro país con el único requisito de tener una determinada titulación académica y que ésta, a su vez, cumpla unos determinados requisitos en los contenidos formativos, sin olvidarnos de la obligación de pertenecer al Colegio Profesional correspondiente con el objetivo del control de la deontología y ética profesional en beneficio del ciudadano. Y hasta este punto, podría resultar de alguna forma coherente, es decir, que a través de demostrar que has adquirido una serie de conocimientos con la superación de una determinada titulación universitaria, se te habilite para el ejercicio de una profesión.
Lo que no resulta tan coherente es que esas atribuciones profesionales permanezcan estáticas a lo largo de la vida profesional, por lo que en toda lógica, se está desincentivando en buena medida la evolución profesional, y por tanto la competitividad.
Conviene recordar que esas atribuciones profesionales de los Ingenieros de 2º ciclo (que no superiores), vienen otorgadas por Decretos predemocráticos y preconstitucionales, de principios o mediados del siglo pasado, donde como es imaginable, ni los estudios, ni la tecnología, ni la sociedad, ni las profesiones tienen nada que ver con las de ahora.
En nuestro caso, al igual que ocurre con todas las Ingenierías Técnicas y la Arquitectura Técnica, tenemos las atribuciones profesionales por la Ley 12/86 que ya fue debatida y aprobada en las Cortes Generales, aunque también hace ya 30 años de la misma, y por tanto también requiere una actualización.
No obstante y según la misma, el Ingeniero Técnico Industrial tiene la capacidad legal para la redacción y firma de proyectos de construcción, reforma, reparación, conservación, demolición, fabricación, instalación, montaje o explotación de bienes muebles o inmuebles, las direcciones de obra de los proyectos, la realización de mediciones, cálculos valoraciones, tasaciones, peritaciones, estudios, informes, planes de labores y otros trabajos análogos, así como la dirección de toda clase de industrias o explotaciones, etc.
Pues bien, tanto para nosotros como para el resto de Ingenieros, estas atribuciones profesionales son las mismas tanto para un recién titulado como para un Ingeniero que lleva 30 años en el ejercicio de la profesión, como también para otro que lleve 30 años sin ejercer, algo que todos coincidiremos en que resulta cuanto menos, totalmente ilógico.
Pero además en el ámbito de las Ingenierías, estas atribuciones profesionales se encuentran segmentadas por uso y ligadas a las diferentes ramas, es decir, a la rama agrícola o agrónoma le corresponden las atribuciones en construcciones e instalaciones con uso agrícola, a la rama civil las construcciones e instalaciones de uso civil, a la rama industrial las industriales y así con todas las ramas, al igual que ocurre entre la Arquitectura y la Ingeniería, reservando para la primera la exclusividad en edificación administrativa, sanitaria, religiosa, residencial en todas sus formas, docente y cultural[1]. Este hecho, que basa la actuación profesional en función del uso y no de las capacidades técnicas, genera monopolios e impide una competitividad sana entre profesionales, y como se pueden imaginar es el germen de numerosos conflictos en los Tribunales de Justicia.
Fruto de la legislación, de todas esas sentencias y de la jurisprudencia, se da el caso de que por ejemplo, un Ingeniero Técnico Industrial, y dentro de suelo industrial, puede proyectar una nave industrial de 200.000m2 o más, puede proyectar la vivienda del guarda que vigila dicha nave, y puede proyectar el albergue o residencia donde habitan los trabajadores de la misma, pero sin embargo, ese mismo Ingeniero, no puede proyectar una nave para usos mineros de 200 m2, no puede proyectar esa misma vivienda en suelo residencial, ni por supuesto la edificación de un albergue o residencia para uso público. Esta situación, que para muchos de ustedes resultará totalmente ilógica, lo es también para el resto de profesionales de la Ingeniería europea, que sonríen de forma espontánea cuando lo han escuchado de mi propia boca. Este es un claro ejemplo del sinsentido que significa la actual regulación profesional.
Tanto es así, que queda reflejado en la Memoria de Análisis de Impacto Normativo que acompañaba a la non nata Ley de Servicios y Colegios Profesionales que impulsó el todavía actual Gobierno, y que dice lo siguiente en referencia a las Ingenierías:
“De acuerdo con el sistema europeo de reconocimiento de cualificaciones, cuando se desplazan a otros países de la UE, sólo se les permite ejercer aquellas actividades para las que están habilitados de acuerdo con la normativa española. Como esta normativa es muy restrictiva, las atribuciones profesionales están muy segmentadas. En consecuencia, los profesionales españoles, especialmente los ingenieros, se ven muy limitados para prestar servicios fuera de España. Por el contrario, los profesionales europeos, al tener en su Estado de origen una regulación más abierta, sí están habilitados para ejercer en España en un campo mucho más amplio de actividades profesionales.”
Aunque por supuesto también, hace referencia a la Arquitectura, en los siguientes términos:
“De un análisis comparado con otros países europeos se puede concluir que hay países donde no existe reserva de actividad para arquitectos y otros donde es mucho más limitada que la existente en nuestro país y se comparte con otros profesionales.”
Por tanto, aquí tenemos uno de los grandes problemas del ejercicio profesional de las profesiones técnicas (Arquitectura e Ingeniería), y en el que las propias organizaciones profesionales hemos tenido parte de culpa, por cuanto hemos priorizado los corporativismos globales frente a otros posicionamientos basados en la habilitación individual a través de la experiencia y formación de cada uno.
Y llegados a este punto, los Colegios profesionales tenemos que impulsar nuestro papel de ofrecer calidad, seguridad y garantías de los trabajos de nuestros colegiados a la sociedad, a través de la coordinación, y el establecimiento de unas reglas del juego claras e iguales para todos, que permitan a su vez una competencia sana entre los distintos profesionales, eliminando todas aquellas barreras que puedan suponer un freno a la evolución profesional de los colegiados.
Sras. y Sres., no todos los Ingenieros son iguales porque tengan el mismo título, y aunque puedan tener las mismas atribuciones recién terminada su titulación, éstas deberán ir creciendo en consonancia a la experiencia profesional y formación de cada uno, y por tanto, además de fomentar la evolución profesional se estaría haciendo justicia al aplicar los principios de mérito, capacidad y esfuerzo de forma individual, en consonancia con las exigencias que presenta el mercado.
Pero esto no lo digo yo, sino que es una máxima de la propia Unión Europea, que ya en el año 2008 introdujo oficialmente la recomendación relativa a la creación del Marco Europeo de cualificaciones para el aprendizaje permanente (European Qualification Framework EQF), y que además estableció como fecha límite el año 2012 para que todos los certificados de cualificación de los diferentes países contuvieran una referencia al nivel EQF, algo que en España y para los titulados académicos se ha realizado en 2015, a través del R.D. 22/2015 por el que se modifica el R.D. 1521/2011 del Marco Español de Cualificaciones en la Enseñanza Superior.
El EQF utiliza 8 niveles de referencia basados en resultados de aprendizaje (definidos en términos de conocimientos, destrezas y competencia), y en  lugar de centrarse en los datos básicos (duración del aprendizaje, tipo de institución), se basa en lo que el titular de una determinada cualificación realmente sabe y puede hacer, y como veis, esto es lo que hemos estado hablando en la primera parte del artículo.
Pero, además de las recomendaciones, este espíritu es uno de los pilares en los que se fundamenta el mercado único europeo y la movilidad profesional, por lo que se ha incluido en la propia directiva 2013/55/UE que modifica la directiva 2005/36/CE relativa al reconocimiento de cualificaciones profesionales, y por tanto también, en el reciente reglamento de Ejecución UE 2015/983 de la Comisión, sobre el procedimiento de ejecución de la tarjeta profesional europea en una serie de profesiones y que habrá de extenderse para todas.
De esta forma, cada profesional quedará identificado no solo por las titulaciones académicas que tenga, sino también por la experiencia laboral y el resto de formación no formal, lo que sin duda será una información muy útil para nuestros posibles empleadores y clientes.
No hemos de olvidar que los fines perseguidos por este reconocimiento del aprendizaje permanente a lo largo de la vida son precisamente tres de los que en España estamos muy necesitados, como son empleabilidad, movilidad y competitividad, y por tanto, deberíamos ser los más interesados en implantarlo.
Como hemos dicho anteriormente, en España, a falta del desarrollo del marco español de cualificaciones MECU, se ha realizado una equivalencia entre los niveles del MECES y los del EQF (R.D. 22/2015), es decir, entre los académicos y los profesionales, pero no es posible incorporarte a un nivel EQF superior al que corresponde a nivel académico, puesto que no existe ese sistema para reconocimiento de cualificaciones, y para el que se ha puesto como fecha tope el año 2018.
Es decir, cualquiera podría ser un titulado de Grado al que corresponde el nivel 2 MECES y 6 EQF, pero sin embargo podría estar en posesión de cualificaciones (competencias, conocimientos y destrezas) adquiridas a través de la experiencia profesional y la formación continua, que lo podrían situar en el nivel EQF 8.


Imagen 1. Descriptores para definir los niveles del Marco Europeo de Cualificaciones (MEC).

Además, y también el pasado año, en sucesivos Consejos de Ministros fueron aprobando de forma individual la correspondencia de las titulaciones pre-Bolonia con los niveles MECES y EQF,  con lo que se ha dado un paso importantísimo en la eliminación de la dualidad en las profesiones de Ingeniería, ya que la Ingeniería Técnica se sitúa en los niveles correspondientes a los Graduados, que al fin y al cabo son los que corresponden a los Ingenieros en el resto de países.
Además, de alguna forma se resta importancia profesional a los másteres habilitantes, dado que con cualquier master oficial de especialización se estaría en el mismo nivel profesional, es decir en el nivel EQF-7, y todo ello puede verse en la imagen nº2.


Imagen 2. Correspondencia de las titulaciones pre-Bolonia con los niveles MECES y EQF.

No obstante, ya han sido muchos los pasos andados y las modificaciones surgidas en torno al Espacio Europeo de Educación Superior en el sistema académico español, pero también en este campo, el conservadurismo y el corporativismo profesional están impidiendo que las Ingenierías evolucionen hacia una convergencia europea y mundial total.
Sin ir más lejos, y con el único objetivo de mantener los dos niveles en las Ingenierías en España, y por tanto, contra el criterio marcado tanto en el EEES como en la normativa española (R.D. 1393/2007 y R.D. 861/2010), se crean títulos especialistas en el Grado para luego implantar másteres generalistas y habilitantes, algo que además de ilógico no concuerda con nada de lo existente en el orden mundial.
Está bien claro, que el título de Grado ha de ser generalista y además el que da acceso al mercado laboral, y cuando se incumple esta premisa, sencillamente se está vulnerando una de las esencias de la reforma del EEES. Pero lo más preocupante es como afecta a los estudiantes y al conjunto de la sociedad, que al fin y al cabo deberían ser la base de las decisiones que se adopten, y no otros intereses que puedan distorsionar los objetivos perseguidos. Por ello, conviene recordar, que cualquier titulado de Grado generalista, tendrá muchas más oportunidades de empleo, no solo porque a priori y debido a la generalidad del título pueda abarcar más campos, sino, porque también se le permitirá en caso de ser necesario, una especialización en un mayor número de materias, mientras que si esa especialización ya se realiza en el Grado, son muchísimas las puertas que se cierran en la trayectoria profesional.
Pero es que además, y esta reflexión nos la podemos realizar todos, la propia evolución profesional nos conduce a la especialización en función del área de trabajo que estemos desarrollando, y acabamos siendo auténticos especialistas de nuestro campo.
Y es que, frente a lo que se piensa en España, que para ser ingeniero hay que estudiar cinco o seis años (cuatro de grado más uno o dos de máster en función de la Universidad), en el resto de países es suficiente con un máximo de cuatro años, lo cual nos coloca en una posición de desventaja competitiva respecto a otros profesionales.
Y ahora seguro que hay alguien que piensa y no con poca razón, que el ingeniero recién titulado de cinco o seis años tendrá más conocimientos que uno de cuatro, y eso no es discutible, pero lo que hay que preguntarse es, si es verdaderamente necesario y si podemos permitírnoslo, porque supongo que nadie pondrá en duda la preparación y profesionalidad de los ingenieros alemanes, británicos, estadounidenses, y japoneses.
Aunque también es cierto, y como se ha comentado en la primera parte del artículo, para el acceso a la profesión en la mayoría de países, además de un título universitario (bachelor), se requiere también una experiencia, un recertificación de conocimientos y en algunos sitios además un examen de acceso.
Y otro aspecto importantísimo, que se ha de tener en cuenta, es la propia directiva de reconocimiento de cualificaciones.
Por tanto, y lejos de subirnos al tren de la reforma de homogeneización marcada por Europa, nos dedicamos a cambiarlo todo pero para dejarlo como estaba, habiendo perdido una oportunidad única, de que fuese el sistema universitario el que fijase las bases para la evolución lógica de las profesiones de Ingeniería.
Pero esto no solo queda aquí, sino que la reforma de Bolonia realizada en el sistema universitario español en el ámbito de las Ingenierías, ha supuesto además la proliferación de titulaciones de Grado en Ingeniería especialistas (más de 100) que no tienen atribuciones profesionales, y que en algunos casos coinciden en la denominación con otras que sí que las tienen.
Como hemos dicho al principio del artículo, en España las atribuciones profesionales las concede un determinado título académico que ha de cumplir con unos requisitos mínimos de formación que establece el Gobierno, y que para nuestra profesión es la Orden CIN 351/2009, de tal forma, que cualquier titulación que cumpla los requisitos de la misma y que así lo acredite la Agencia Nacional de la Evaluación de la Calidad Académica y Acreditación (ANECA), concede al poseedor del mismo las atribuciones profesionales para ejercer esa profesión.
Al mismo tiempo se ha eliminado el catálogo de títulos, de tal forma que cualquier universidad pueda denominar la titulación como quiera siempre y cuando no conduzca a confusión.
Bajo estas dos premisas, para todos es conocido que un titulado en Ingeniería es un Ingeniero, y que son los Ingenieros los que realizan proyectos, direcciones de obra, etc., pero eso ahora no es así, y me explico. Hay más de 100 títulos de Graduado en Ingeniería que no cumplen la Orden CIN 351/2009 y que por tanto, conforme a la actual legislación, no tienen atribuciones profesionales, y este hecho no sería tan grave, si realmente las decenas de miles de alumnos que han optado por estas titulaciones conociesen esta situación desde el principio y antes de comenzar sus estudios.
A continuación podemos ver algunos ejemplos que les resultarán muy ilustrativos, no solo por los nombres de los mismos, sino también por las enormes diferencias entre titulaciones que se denominan exactamente igual:
- Graduado o Graduada en Ingeniería Biomédica (sin atribuciones profesionales)
- Graduado o Graduada en Ingeniería de Materiales (sin atribuciones profesionales)
- Graduado o Graduada en Ingeniería de Diseño Industrial (sin atribuciones profesionales, aunque se trata de una titulación y profesión altamente demandada por las empresas y consolidada en la Ingeniería Técnica)
- Graduado o Graduada en Ingeniería en Diseño Mecánico de la Universidad Pública de Navarra (tiene las atribuciones del Ingeniero Técnico Industrial)
- Graduado o Graduada en Ingeniería de la Energía (en la mayoría de casos sin atribuciones profesionales, y en otras con las atribuciones de Ingeniero Técnico de Minas)
- Graduado o Graduada en Ingeniería de la Salud (sin atribuciones profesionales)
- Graduado o Graduada en Ingeniería de Organización Industrial (sin atribuciones profesionales aunque también está muy demanda por las empresas). Existen numerosos másteres de Ingeniería en Organización Industrial.
- Graduado o Graduada en Ingeniería en Tecnologías Industriales (sin atribuciones profesionales y se trata del grado blanco para posteriormente realizar el Máster de Ingeniero Industrial)
- Graduado o Graduada en Ingeniería mecatrónica (las titulaciones de las Universidades de Vic y Málaga-Sevilla no tienen atribuciones profesionales, y sin embargo, la de la Universidad de Zaragoza tiene las atribuciones de Ingeniero Técnico Industrial).
- Graduado en Ingeniería Química, en todas las Universidades tiene las atribuciones del Ingeniero Técnico Industrial, menos en las Universidades del País Vasco, Las Palmas de Gran Canarias y Extremadura.

Como se puede ver, resulta realmente complejo hasta para las personas que de alguna forma estamos involucradas en este mundo universitario y profesional, lo cual les puede hacer una idea de la confusión que está generando no solo entre los estudiantes sino entre los propios empleadores o la sociedad en su conjunto.
Y creo conveniente poner un ejemplo, y que le ocurrió a un titulado de Ingeniería de la Energía, que a simple vista y por el nombre, parece más o menos lógico que pudiese proyectar instalaciones energéticas (instalaciones eléctricas, de gas, plantas fotovoltaicas, etc…) y eso mismo pensó su empleador, en este caso, una empresa de energías renovables. Pues bien, cuando su jefe le encargó la realización del proyecto de una planta fotovoltaica, se puso a ello y mientras tanto y como sabía que tenía que estar colegiado, fue al Colegio y fue allí donde se enteró de que su titulación no tenía atribuciones profesionales y que por tanto no podía firmar ese proyecto, con el consiguiente desengaño y frustración que le produjo conocer la noticia. Se pueden imaginar la desolación.
Lo peor de todo, es que parece como que los Colegios seamos los malos y no queramos dejarle firmar el proyecto, pero todo el mundo ha de saber que nosotros mientras exista el sistema actual ni damos ni quitamos atribuciones, y que son exclusivamente los títulos universitarios a través de las Órdenes del Gobierno las que las dan.
Pero salvando este caso, que puede ser recurrente en otras muchas titulaciones de Grado en Ingeniería, también es cierto que hay otras titulaciones de Grado que no requieren de atribuciones profesionales por cuanto están destinadas a funciones de carácter más específico dentro de áreas de diseño, organización, calidad, desarrollo, organización y que en principio no las necesitan.
Y digo en principio, porque a pesar de ello, y siempre pensando en las máximas salidas profesionales de los recién egresados, yo siempre sería partidario de que estudiasen previamente una titulación con atribuciones profesionales, que viene a ser una salida laboral más, y ya posteriormente realizar el máster oportuno en cualquiera de las especialidades que ahora aparecen en los Grados, como son la biomedicina, la organización industrial, Energía, Materiales, etc…, que sería realmente lo lógico y razonable. De esta forma, tendría una titulación generalista y con acceso a la profesión que les otorgaría una serie de atribuciones profesionales, para posteriormente ir ampliándolas en función de la especialización formativa o laboral.
En la actualidad, en nuestra profesión y de los profesionales colegiados, son solo un 20% aproximadamente los que están haciendo uso de dichas atribuciones, pero sin embargo son mas del 80% los que alguna vez en la vida profesional han hecho uso de ellas, lo que indica que se trata de un recurso que siempre está ahí, y que por tanto significa otra salida laboral.
Mención aparte merece el título de Grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales, que resulta ser una titulación ficticia y creada con el único objetivo de servir de base para el máster de Ingeniero Industrial, con lo que nuevamente se están vulnerando todos los principios del proceso de Bolonia.
Es decir, cualquier titulado de Grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales, ni tiene atribuciones profesionales, ni tiene profesión, ni tiene demanda laboral alguna por parte de las empresas, y por tanto, solo queda abocado a tener que realizar el máster para poder acceder a una profesión, con el considerable perjuicio que se les puede causar a los estudiantes. Y es que, nadie sabe como te puede ir en la vida, y si en un determinado momento te tienes que ver forzado a abandonar los estudios, por cuestiones de cualquier índole (familiar, económica, etc…) y  en este caso te encontrarías con una titulación de Grado sin acceso a un mercado laboral claro, por cuanto se trata de una titulación que no obedece a ninguna demanda real, sino a cuestiones, como ya hemos dicho, puramente organizativas de algunas Universidades y Escuelas, y tiene su lógica.
Algunas Escuelas que con anterioridad al EEES solo ofrecían las Ingenierías de 2ºciclo en 5 años, vieron cómo ahora esa formación quedaba reducida a un máster de 60 a 120 ECTS (1 o 2 años), accediendo desde cualquiera de los Grados en Ingeniería de dicha rama, y lejos de incluir esos Grados en sus escuelas, y en algunos casos con el afán de seguir manteniendo esa diferenciación entre “Ingenieros superiores e inferiores” desde el principio, crearon un título de Grado que sirviese de puente para el acceso al máster, y que además, fuese lo más exclusivo que les permite la ley para sus alumnos. Y es que, dado que nuestra legislación permite que cualquier titulado universitario español tenga acceso a los másteres, son las Universidades las que se encargan de elaborar los criterios de admisión y por tanto de priorizar, de forma algunas veces no muy justa, la inclusión de sus titulados frente a otros.
Aunque he de decir, que afortunadamente no son la mayoría, y por lo general se puede acceder al Máster de Ingeniero Industrial desde cualquier Grado en Ingeniería con atribuciones profesionales en igualdad de condiciones y en función de los méritos académicos. Pero también, en este último caso, los grandes damnificados son los Graduados en Tecnologías Industriales, ya que si finalmente no pueden acceder al máster, ven truncadas la mayoría de sus expectativas, ya que como hemos dicho antes, no se trata de una titulación finalista, sino solo de un medio para; por lo que también nuevamente estaríamos ante otra injusticia, generada por el único hecho de haber creado dicha titulación, que no era necesaria.
No obstante, y por más resistencia que se pueda poner desde todos los ámbitos, es evidente que al final acabará imponiéndose la razón, como así lo demuestran los últimos acontecimientos.
Los graduados en ingeniería y los ingenieros técnicos somos y hemos sido de facto los “ingenieros a secas” en Europa y en el resto del mundo, pero ahora, además, lo somos sobre el papel, así que ha llegado el momento de reivindicarnos como tales en nuestro país, y para ello serán muchas las iniciativas que tendremos que llevar a cabo. Habrá que comenzar por algo que a más de uno le puede resultar incómodo, hasta incluso descorazonador, como es la evolución de nuestro nombre sin incluir el término “técnico”, ese que nos ha acompañado durante tantos años y que de alguna forma ha definido nuestro perfil profesional como un ingeniero más pragmático y cercano, capaz de interaccionar de forma directa con la ejecución de los proyectos y sin complejos y con la máxima preparación para responsabilizarse de los mismos.
Recuerdo una anécdota que me comentó un buen amigo y compañero de Murcia, quien fue a visitar una industria. Al llegar, la secretaria avisó al gerente de la misma indicándole que estaba allí el señor ingeniero, a lo que mi amigo le espetó que no, que era ingeniero técnico. La secretaria, sintiendo que había metido la pata, le indicó a su jefe que, además de ingeniero, también era técnico, al tiempo que se disculpaba con mi amigo.
Este hecho ha sido una constante en la historia de la ingeniería técnica industrial, y todo ello ha quedado reflejado en el servicio que hemos realizado en la sociedad. Y es algo que no debe cambiar, pero la sociedad tiene que evolucionar y nosotros tenemos que ser unos de los impulsores, así que al igual que ocurrió en su día con la transición de perito a ingeniero técnico, ahora es el momento del cambio de ingeniero técnico a ingeniero.
Ingeniero mecánico, ingeniero eléctrico, ingeniero electrónico, ingeniero químico, ingeniero textil, etc. son los nombres de las profesiones de ingeniero en Europa y en el resto del mundo y como tal tendremos que denominarnos aquí, sin que ello signifique que tengamos que perder ni un ápice de nuestras señas de identidad, aunque sí signifique una evolución social de la ingeniería en su conjunto.
Esta transición hacia un único nivel en la profesión de Ingeniería, ha de venir acompañada de una verdadera adecuación al EEES de las titulaciones de Ingeniería y por supuesto de la evolución del ejercicio profesional hacia una habilitación individual realizada por los Colegios Profesionales basada en las capacidades, conocimientos y destrezas adquiridos a los largo de la vida, a través de la experiencia y la formación continua, algo que desde nuestro Consejo General y los Colegios, ya pusimos en marcha en 2013 con la Acreditación Profesional DPC (Desarrollo Profesional Continuo. www.acreditacioncogitidpc.es)
Pero es más, debemos tender hacia una organización profesional única que aglutine todas las ramas de la Ingeniería, como ocurre en la mayoría de países, y de esta forma además de conseguir ser más fuertes e influyentes, se fijarían unos criterios uniformes de habilitación profesional que permitiesen una competitividad sana entre los profesionales, y a su vez aumentasen la calidad y garantía de los servicios que prestamos a la sociedad.
Es el momento del diálogo entre las profesiones, y es el momento priorizar los intereses de la sociedad y los colegiados, frente a los corporativismos sesgados y rancios que desgraciadamente se siguen imponiendo. Así que desde aquí, apelo a la altura de miras y generosidad de todos los dirigentes de las corporaciones profesionales de la Ingeniería, para comenzar a trabajar en un proyecto de unión, que a buen seguro no estará exento de dificultades, pero que tendremos que superarlas con ilusión y con la certeza que el resultado nos hará mejorar a todos.
Y estas son las reflexiones que he querido compartir con todos ustedes, desde la humildad y con el máximo respeto a opiniones diferentes, pero a su vez, las hago desde la convicción, el espíritu constructivo y una óptica liberal (que no libertina), que son las que guían mis actuaciones y propuestas, con mayor o menor acierto.

viernes, 21 de agosto de 2015

Ingeniero europeo y mundial (Publicado en CincoDias 21-08-2015)

Artículo de opinión publicado en CincoDias (21 Agos. 2015)

El BOE de 12 de agosto publicó los acuerdos que el Consejo de Ministros aprobó el pasado 10 de julio, a propuesta del Ministerio de Educación referentes a la correspondencia de los títulos de Ingeniería Técnica Industrial con los niveles académico y profesional, MECES 2 y EQF 6 (marco español de cualificación para la educación superior-primer ciclo). Este hecho viene a poner fin a una situación de indefinición que los titulados pre-Bolonia venían arrastrando desde el año 2007, y además supone un paso importantísimo para terminar con el arcaico e insólito sistema de los dos niveles profesionales de ingeniería en España.
Los graduados en ingeniería y los ingenieros técnicos, somos y hemos sido de facto los ingenieros a secas en Europa y en el resto del mundo, pero ahora además lo somos sobre el papel, así que ha llegado el momento de reivindicarnos como tales en nuestro país, y para ello serán muchas las iniciativas que tendremos que llevar a cabo.
Habrá que comenzar por algo que a más de uno le puede resultar incómodo hasta incluso descorazonador, como es la evolución de nuestro nombre sin incluir el término técnico, ese que nos ha acompañado durante tantos años y que de alguna forma ha definido nuestro perfil profesional como un ingeniero más pragmático y cercano, capaz de interaccionar de forma directa con la ejecución de los proyectos y sin complejos y con la máxima preparación para responsabilizarse de los mismos.
Recuerdo una anécdota que me comentó un buen amigo y compañero de Murcia, el cual cuando fue a visitar una industria, la secretaria avisó al gerente de la misma indicándole que estaba allí el señor ingeniero, a lo que mi amigo le espetó que no, que era ingeniero técnico, y la secretaria sintiendo que había metido la pata, le indicó a su jefe que además de ingeniero era también técnico, al tiempo que se disculpaba con mi amigo.
Este hecho, ha sido una constante en la historia de la ingeniería técnica industrial, y todo ello ha quedado reflejado en el servicio que hemos realizado en la sociedad, y ello es algo que no debe cambiar, pero la sociedad tiene que evolucionar y nosotros tenemos que ser unos de los impulsores, así que al igual que ocurrió en su día con la transición de perito a ingeniero técnico, ahora es el momento del cambio de ingeniero técnico a ingeniero.
Ingeniero mecánico, ingeniero eléctrico, ingeniero electrónico, ingeniero químico, ingeniero textil…, son los nombres de las profesiones de ingeniero en Europa y en el resto del mundo y como tal tendremos que denominarnos aquí, sin que ello signifique que tengamos que perder ni un ápice de nuestras señas de identidad, aunque sí una evolución social de la ingeniería en su conjunto.
La sociedad ya nos identifica como ingenieros, pero la legislación en materia profesional de nuestro país sigue sin modernizarse, manteniendo dos niveles profesionales y otorgando atribuciones con decretos del año 1935 y sin tener en cuenta ni la recertificación de conocimientos ni el aprendizaje permanente a lo largo de la vida, algo que va en contra de la correcta evolución de los profesionales. ¿Cómo es posible que las atribuciones profesionales sean similares durante toda la vida profesional? y ¿cómo es posible que se pueda seguir ejerciendo la profesión tras un largo periodo sin ejercerla?
Yo no dejaría que me operase un cirujano que lleva 30 años sin operar, como tampoco elegiría a un cirujano recién titulado para llevar a cabo una delicada operación a corazón abierto, y creo que estas son situaciones en las que prácticamente todos estaremos de acuerdo por la lógica de las mismas.
Pues bien, el desarrollo profesional continuo es una máxima para el ejercicio de las profesiones en el ámbito mundial, como también lo es la habilitación profesional por parte de los colegios o asociaciones profesionales, donde en función de la experiencia y la formación continua, cualquiera puede evolucionar y crecer profesionalmente, trasladando a su vez, mayores garantías y seguridad a la sociedad.
El título académico transmite al poseedor del mismo una serie de competencias (conocimientos), pero estas se irán incrementando a lo largo de la vida profesional y por tanto las atribuciones profesionales deben ir acompasadas con las mismas, lo que realmente generará una competitividad profesional y será a su vez un incentivo para la evolución de los profesionales.
Y dicho todo lo anterior, nadie niega la evidencia que entre dos recién titulados uno con titulación de grado, y otro con titulación de grado+máster, será este último quien a priori tenga más competencias, aunque ello no es óbice para que este hecho sea similar durante toda la vida profesional de ambos, y para ello se creó el marco europeo de cualificaciones para el aprendizaje permanente (European Qualification Framework), donde se definen niveles profesionales no solo por titulación académica sino por las competencias, destrezas y conocimientos adquiridos a lo largo de la vida.
Ello indica que el título académico es importante, pero no lo es todo en la vida profesional, y como tal tendremos que evolucionar como país y dejar a un lado la titulitis como único elemento para la identificación profesional, porque ni todos los que tienen el mismo título son iguales profesionalmente, ni todos los que tienen mayor titulación tienen por qué tener necesariamente más cualificaciones profesionales.
Señoras y señores, ha comenzado un gran cambio en el modelo profesional y ya no hay vuelta atrás, y por más que haya quien pretenda continuar anclado en privilegios y cotos cerrados totalmente anticompetitivos, la evolución llegará y nosotros seguiremos trabajando para ello.

viernes, 14 de agosto de 2015

El Ministerio de Educación aprueba el reconocimiento de los Ingenieros Técnicos como Ingenieros mundiales

Ingeniero español, europeo y mundial

El BOE de 12 de Agosto publicó los acuerdos que el Consejo de Ministros aprobó el pasado 10 de Julio, a propuesta del Ministerio de Educación referentes a la correspondencia de los títulos de Ingeniería Técnica Industrial con los niveles académico y profesional, MECES 2 y EQF 6. Este hecho viene a poner fin a una situación de indefinición que los titulados pre-Bolonia venían arrastrando desde el año 2007, y además supone un paso importantísimo para terminar con el arcaico e insólito sistema de los dos niveles profesionales de Ingeniería en España.

Los Graduados en Ingeniería y los Ingenieros Técnicos, somos y hemos sido de facto los “Ingenieros a secas” en Europa y en el resto del mundo, pero ahora además lo somos sobre el papel, así que ha llegado el momento de reivindicarnos como tales en nuestro País, y para ello serán muchas las iniciativas que tendremos que llevar a cabo.

Habrá que comenzar por algo que a mas de uno le puede resultar incómodo hasta incluso descorazonador, como es la evolución de nuestro nombre sin incluir el término “Técnico”, ese que nos ha acompañado durante tantos años y que de alguna forma ha definido nuestro perfil profesional como un Ingeniero mas pragmático y cercano, capaz de interaccionar de forma directa con la ejecución de los proyectos y sin complejos y con la máxima preparación para responsabilizarse de los mismos.

Recuerdo una anécdota que me comentó un buen amigo y compañero de Murcia, el cual cuando fue a visitar una Industria, la secretaria avisó al gerente de la misma indicándole que estaba allí el Sr. Ingeniero, a lo que mi amigo le espetó que no, que era Ingeniero Técnico, y la secretaria sintiendo que había metido la pata, le indicó a su jefe que además de Ingeniero era también Técnico, al tiempo que se disculpaba con mi amigo.

Este hecho, ha sido una constante en la historia de la Ingeniería Técnica Industrial, y todo ello ha quedado reflejado en el servicio que hemos realizado en la sociedad, y ello es algo que no debe cambiar, pero la sociedad tiene que evolucionar y nosotros tenemos que ser unos de los impulsores, así que al igual que ocurrió en su día con la transición de perito a Ingeniero Técnico, ahora es el momento del cambio de Ingeniero Técnico a Ingeniero.

Ingeniero Mecánico, Ingeniero Eléctrico, Ingeniero Electrónico, Ingeniero Químico, Ingeniero Textil,…, son los nombres de las profesiones de Ingeniero en Europa y en el resto del mundo y como tal tendremos que denominarnos aquí, sin que ello signifique que tengamos que perder ni un ápice de nuestras señas de identidad, aunque sí una evolución social de la Ingeniería en su conjunto.

La sociedad ya nos identifica como Ingenieros, pero la legislación en materia profesional de nuestro país sigue sin modernizarse, manteniendo dos niveles profesionales y otorgando atribuciones con decretos del año 1935 y sin tener en cuenta ni la recertificación de conocimientos ni el aprendizaje permanente a lo largo de la vida, algo que va en contra de la correcta evolución de los profesionales. ¿Cómo es posible que las atribuciones profesionales sean similares durante toda la vida profesional? y ¿cómo es posible que se pueda seguir ejerciendo la profesión tras un largo periodo sin ejercerla?

Yo no dejaría que me operase un cirujano que lleva 30 años sin operar, como tampoco elegiría a un cirujano recién titulado para llevar a cabo una delicada operación a corazón abierto, y creo que éstas son situaciones en las que prácticamente todos estaremos de acuerdo por la lógica de las mismas.

Pues bien, el desarrollo profesional continuo es una máxima para el ejercicio de las profesiones en el ámbito mundial, como también lo es la habilitación profesional por parte de los Colegios o Asociaciones Profesionales, donde en función de la experiencia y la formación continua cualquiera puede evolucionar y crecer profesionalmente, trasladando a su vez, mayores garantías y seguridad a la sociedad.

El título académico transmite al poseedor del mismo una serie de competencias (conocimientos), pero éstas se irán incrementando a lo largo de la vida profesional y por tanto las atribuciones profesionales deben ir acompasadas con las mismas, lo que realmente generará una competitividad profesional y será a su vez un incentivo para la evolución de los profesionales.

Y dicho todo lo anterior, nadie niega la evidencia que entre dos recién titulados uno con titulación de Grado, y otro con titulación de Grado+Máster, será este último quien a priori tenga más competencias, aunque ello no es óbice para que este hecho sea similar durante toda la vida profesional de ambos, y para ello se creó el Marco Europeo de Cualificaciones para el Aprendizaje Permanente (European Qualification Framework), donde se definen niveles profesionales no solo por titulación académica sino por las competencias, destrezas y conocimientos adquiridos a lo largo de la vida.

Ello indica que el título académico es importante, pero no lo es todo en la vida profesional, y como tal tendremos que evolucionar como país y dejar a un lado la “titulosis” como único elemento para la identificación profesional, porque ni todos los que tienen el mismo título son iguales profesionalmente, ni todos los que tienen mayor titulación tienen por que tener necesariamente mas cualificaciones profesionales.

Sras y Sres, ha comenzado un gran cambio en el modelo profesional y ya no hay vuelta atrás, y por más que haya quien pretenda continuar anclado en privilegios y cotos cerrados totalmente anticompetitivos, la evolución llegará y nosotros seguiremos trabajando para ello.

Jose Antonio Galdón Ruiz
Presidente del Consejo General de Colegios de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales.