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miércoles, 30 de agosto de 2017

Nuestra Profesión no tiene límites

Editorial revista Técnica Industrial nº316-Abril 2017. Nuestra profesión no tiene límites

Por más que algunos se empeñen en tratar de limitar nuestra capacidad de actuación según criterios y normas de hace dos siglos, la realidad muestra que los límites no existen en nuestra profesión y que cada uno de nosotros será capaz de hacer todo aquello que se proponga.
Es cierto que la titulosis que existe en nuestro país puede obstaculizarnos en determinados aspectos de la función pública o, por lo menos, así ocurre con los titulados en ingeniería técnica industrial, pero también lo es que ya se ha dado el sal-to definitivo con los actuales titulados de grado en ingeniería de la rama industrial, que, sin embargo, sí que pueden optar a los máximos niveles de la Administración. No en vano, desde las propias Administraciones que no hacen nada más que dar lecciones de una “competitividad” que no aplican, se siguen poniendo barreras al desarrollo de los profesionales, algo que, por suerte para nuestro desarrollo y economía, no ocurre en el ámbito privado.Resulta que en esta revista podremos ver que hay titulados en ingeniería técnica industrial que están dirigiendo con gran acierto grandes empresas y filiales de multinacionales en nuestro país y que, sin embargo, no podrían ocupar un puesto de director general en un ministerio, algo que para algunos hasta significará un alivio, pero que no deja de ser una restricción propia de países en desarrollo. Sin embargo, este clasismo de las titulaciones, por desgracia para todos, también se está llevando a cabo en algunas de las empresas públicas que como ocurre con la Administración, también pagamos to-dos los españoles con nuestros impuestos.
“OS ANIMO A TRANSFORMARNOS EN INGENIEROS 4.0, LO QUE, ADEMÁS DE ELIMINAR LOS COMPLEJOS Y LAS BARRERAS, NOS PERMITIRÁ AFRONTAR CON SEGURIDAD TODOS NUESTROS DESAFÍOS PROFESIONALES”
Cuando se quiere acotar la selección del mejor candidato entre solo unos pocos, se corre el riesgo de dejar fuera del proceso a profesionales mucho más cualificados y que, por tanto, generarían mucho más valor donde ejerzan su actividad, ya sea en el ámbito privado o público, y esto es algo que a algunos todavía les cuesta entender.
No obstante, si hay algo que me define es que siempre miro las situaciones con optimismo y, por supuesto, me gusta trasladar a todo aquel con el que interacciono, y por ello desde aquí os digo que esta situación está cambiando y va a cambiar, y que debemos hacerlo entre todos. Nuestro mejor argumento va a seguir siendo el trabajo que todos y cada uno de nosotros realizamos día a día, demostrando no solo nuestra capacidad y excelencia profesional, sino nuestro compromiso diario por el desarrollo de nuestra sociedad.
¿Alguien de este país concibe la industria sin la participación de los ingenieros de la rama industrial? ¿Alguien piensa que somos prescindibles? ¿Alguien pone en duda nuestra valía profesional? No, ni lo piensa nadie, ni nadie va a conseguir que lo piensen. Y es a partir de aquí donde tenemos que marcarnos nuestras metas y objetivos profesionales y realizar todo lo que esté en nuestras manos para poder conseguirlos, que si bien no será fácil, también os digo que no es imposible.
Y esto último lo puedo afirmar de forma rotunda simplemente basándome en hechos reales y tangibles que todos vosotros vais a poder contrastar en el interior de esta revista, en la que comprobareis no solo que no tenemos cotas, sino que somos un referente profesional tanto en nuestro país como en el resto del mundo.
Y está muy claro que ni todas las personas ni todos los ingenieros somos iguales. Por eso, cada uno de nosotros deberá destacar del resto potenciando sus cualidades y los conocimientos adquiridos para competir de forma sana con el resto de profesionales, lo que significará precisamente el éxito de una sociedad moderna y desarrollada.
Tenemos ante nosotros el reto de protagonizar nuevamente lo que algunos llaman la cuarta revolución industrial, la de la industria conectada o 4.0, y no cabe duda alguna de que nuestro papel es y va a ser fundamental para llevarla a cabo, así que solo nos hace falta creer en nuestras posibilidades, que son infinitas, y tener la oportunidad de aplicarlas, que es para lo que tenemos que trabajar. Por tanto, y aprovechando el cambio de modelo productivo de la industria 4.0, os animo a transformarnos en ingenieros 4.0, lo que, además de eliminar los complejos y barreras, nos permitirá afrontar con seguridad todos nuestros desafíos profesionales sin temor a la competitividad en la que somos expertos.
José Antonio Galdón Ruiz
Presidente del Consejo General de Graduados en Ingeniería rama industrial e Ingenieros Técnicos Industriales de España

miércoles, 28 de diciembre de 2016

La Administración también necesita los mejores Ingenieros


Editorial Revista Técnica Industrial nº315

La Administración también necesita los mejores ingenieros 

Terminamos el año 2016, que a todos los efectos ha sido muy positivo para nuestra profesión en su conjunto, pero sin olvidarnos, por supuesto, de todos aquellos que lo siguen pasando mal y para los que seguiremos trabajando de forma incansable.
Ha sido un año marcado por varios acontecimientos importantes que, sin duda, van a cambiar nuestra historia, y me refiero tanto al cambio de nombre de nuestro Consejo General incluyendo a los graduados en ingeniería de la rama industrial, como a lo que quizás es más importante y significativo para la evolución de la ingeniería, y que ha sido la sentencia del Tribunal Supremo del 9 de marzo que permite a los graduados acceder a las plazas de ingeniero industrial.
Esta sentencia marca un antes y un después de nuestra profesión, por cuanto que por fin se hace justicia y se nos permite evolucionar dentro de la Administración pública por nuestras capacidades y competencias y sin quedar limitados por la titulación académica como venía sucediendo hasta la fecha, aunque la ley dijese lo contrario.
La reforma de Bolonia ya lo dejaba bien claro al indicar que el título de grado es el válido para la realización de actividades profesionales, y de ello ha dado muy buena cuenta el magistrado ponente del Tribunal Supremo en su sentencia, por lo que podemos afirmar que a partir de aquí hay que replantearse muchísimos aspectos sobre la constitución actual de las profesiones de ingeniería en España.
La sentencia es clarísima al respecto, pero lo más contundente son los hechos que la han propiciado. Un graduado en ingeniería eléctrica con gran experiencia y formación continua se presentó a las oposiciones de ingeniero industrial de la Comunidad Foral de Navarra y, frente a otros ingenieros que tenían el título de ingeniero industrial o el máster de ingeniero industrial, aprobó la oposición y obtuvo su plaza. Posteriormente y basándose en las restricciones de "titulitis" que venimos arrastrando desde el siglo XIX, se le denegó su plaza primero en la Administración autonómica y después en el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, hasta que el caso llegó al Supremo y se impuso la cordura.
Con este hecho, queda patente lo que venimos defendiendo en estos últimos años, y es que hay otros muchos medios de adquirir conocimientos que no tienen por qué ser necesariamente las Universidades, sino que estos también se adquieren a través de la experiencia o la formación continua a lo largo de la vida profesional. Pero algo que es mucho más evidente es la obcecación que han demostrado y siguen demostrando algunas Administraciones, que mientras realizan unas pruebas de selección para elegir a los mejores, posteriormente deciden prescindir de ellos por no estar en posesión de un título determinado, y aquí queda totalmente en entredicho la competitividad de las Administraciones públicas.
Menos mal que las empresas no copian estas actuaciones y, por fortuna, se puede crecer profesionalmente basándose en conceptos de competencias hasta llegar al máximo nivel, como es el caso entre otros muchos del ingeniero técnico industrial D. José Peláez, que está dirigiendo la tercera fase de esclusas del Canal de Panamá, lo que a la sazón es hasta fecha la mayor obra de ingeniería del siglo XXI.
Con esta sentencia se estarían eliminando todas las barreras que para nuestro desarrollo profesional teníamos en la Administración pública. Y digo se estarían, porque aunque pueda parecer paradójico, todavía hay quien no quiere hacerse eco de la misma por intereses corporativistas o quizás por seguir defendiendo la supremacía de determinadas razas.
"LOS PRINCIPIOS DE MéRITO, CAPACIDAD Y ESFUERZO SON LOS QUE HACEN UNA SOCIEDAD COMPETITIVA, PERO ADEMáS, SON LOS QUE NOS ESTáN CONDUCIENDO HACIA LA EVOLUCIóN DE NUESTRA PROFESIóN"
Nadie pone en duda que un ingeniero industrial o un máster en ingeniería industrial tenga más conocimientos o competencias que un ingeniero técnico industrial o un graduado en ingeniería de la rama industrial recién terminada la titulación, puesto que han realizado un curso o dos más en la Universidad. Pero no por ello se puede decir que esta situación sea similar con el paso del tiempo, dado que cada uno en función de su actividad profesional y su formación, evolucionará en mayor o menor medida. Y es que no todos los ingenieros con el mismo título somos iguales, ni todos sabemos lo mismo y, por tanto, el título no es lo que nos identifica, sino que son nuestras capacidades y competencias.
Y con esto quiero decir que el título académico ha de ser una puerta de entrada al mundo profesional, como así lo es el título de grado, y a partir de ahí cada uno elegirá su camino sin que existan límites profesionales. Y eso será lo que nos permitirá dar ese gran salto de competitividad que necesita la ingeniería española.
Los principios de mérito, capacidad y esfuerzo son los que hacen una sociedad competitiva, pero además, son los que nos están conduciendo hacia la evolución de nuestra profesión por la vía del sentido común, algo que ha de imponerse frente a los inmovilismos y las nostalgias del pasado que tratan de impedir la lógica de los hechos consumados. Así que vamos a seguir ofreciendo a la sociedad lo que necesita, que ni son ingenieros de primera ni de segunda, sino que son los mejores ingenieros.