Hacia una evolución conjunta de la Ingeniería.
La fecha del 8 de abril de 2016 y
el R.D. 143/2016 pasarán a la historia de nuestras instituciones como elementos
significativos de la evolución y transformación que nuestra profesión ha
realizado a lo largo de su dilatada historia.
En esta ocasión, el nombre de
nuestra Institución ha evolucionado incorporando en el mismo a las nuevas
generaciones de Ingenieros que tras la adaptación al Espacio Europeo de
Educación Superior están surgiendo de nuestras Universidades y Escuelas, y me
refiero a los Graduados en Ingeniería de la rama industrial, que conforme a la
orden CIN 351/2009 dan acceso a la profesión de Ingeniero Técnico Industrial.
Ingenieros mecánicos, eléctricos,
electrónicos, químicos, textiles, diseño industrial …, representan la nueva
generación de profesionales totalmente en consonancia con el ámbito europeo y
mundial y que sin duda alguna marcan el
presente y futuro de las profesiones de ingeniería en España.
Nuestros profesionales han sabido
evolucionar en consonancia con la sociedad y con los requerimientos de la
misma, y este hecho, nos ha llevado a ser un referente claro en el mercado
laboral y profesional de nuestro país, pero desgraciadamente no ha ocurrido lo
mismo con las profesiones y la concepción de las mismas.
El modelo español de las
profesiones basado única y exclusivamente en la posesión de un determinado
título académico, resulta algo insólito e inusual en el panorama mundial, como
también lo es, la ausencia del reconocimiento de las competencias adquiridas a
lo largo de la vida profesional y por tanto, el consiguiente freno a la
evolución de los profesionales.
Este hecho, unido al de unas
atribuciones profesionales muy segmentadas, estáticas y basadas exclusivamente
en el uso y en función de la rama de la ingeniería, sigue generando excesivos
conflictos donde los más perjudicados son precisamente, a los que desde los
Colegios Profesionales tenemos que servir y por los que tenemos que trabajar,
que son los Ingenieros y la sociedad. Es por ello, que debemos hacer una
reflexión profunda sobre el concepto de corporativismo profesional que impera
en las instituciones colegiales, y matizar todas aquellas cuestiones que no son
propias de organizaciones que tienen, entre otras misiones la de fomentar el
desarrollo y prosperidad de las sociedades.
Es obvio que los corporativismos
sesgados no ayudan sino a tratar de mantener posturas inamovibles y arcaicas,
que lejos de propiciar avances producen continuamente retrocesos e involuciones
que además generan conflictos innecesarios e impropios del siglo XXI.
Esta situación, está
desgraciadamente muy arraigada en las Ingenierías españolas, donde tanto entre
las diferentes ramas como entre las Ingenierías Técnicas e Ingenierías de la
misma rama, se mantienen en muchos casos enfrentamientos por “tradición” y
“arraigo” pero no por motivos reales o causas justificadas por interés general.
Muestra de ello, es el reciente
anuncio que se ha realizado desde el Consejo General de Colegios de Ingenieros
Industriales de España donde se indica que van a recurrir al Tribunal Supremo
el cambio de denominación de nuestro Consejo General, y sin entender muy bien
los objetivos reales que persiguen, sí que evidencian, su deseo de impedir
nuestra evolución y que por tanto, ese sería un beneficio para ellos, algo que
define de forma precisa la actitud y objetivos de los “dirigentes” de nuestros
compañeros Ingenieros Industriales.
Pues bien, ante este hecho, solo
quiero trasladar tranquilidad porque nuestra actuación, se ha realizado desde
la más estricta legalidad y con los procedimientos que fija nuestro Estado de
Derecho, habiendo recabado los informes de todos los Ministerios afectados, y
de las corporaciones, entidades y organismos entre las que por supuesto han
estado los Ingenieros Industriales, y habiendo obtenido tanto el informe
favorable del Consejo de Estado como la aprobación por parte del Consejo de
Ministros y la posterior publicación del R.D. 143/2016 que recoge nuestro
cambio de denominación.
Pero también quiero decir, que
esta situación no va a variar ni un ápice el sentido de nuestras actuaciones
que nunca van a estar dirigidas a atacar o entorpecer la actuación de otros
compañeros profesionales, sino que van a continuar en el sentido de construir y
evolucionar la profesión a la que representamos y teniendo siempre muy presente
los objetivos que perseguimos y que sin duda deberían ser compartidos, como son
el crecimiento y desarrollo de nuestro país, a través de ofrecer a los
profesionales que ofrezcan más seguridad, calidad y garantías a la sociedad, y
fomentar y mejorar el sector industrial.
Desde aquí tiendo nuevamente la
mano a nuestros compañeros para trabajar juntos en lo verdaderamente
importante, en todos los objetivos que compartimos y en lo que realmente
tenemos que ser útiles, dejando a un lado todo aquello que nos impida generar
las sinergias que necesitamos.
Pero es más, debemos tender hacia
una organización profesional única que aglutine todas las ramas de la
Ingeniería, como ocurre en la mayoría de países, y de esta forma además de
conseguir ser más fuertes e influyentes, se fijarían unos criterios uniformes
de habilitación profesional que permitiesen una competitividad sana entre los
profesionales, y a su vez aumentasen la calidad y garantía de los servicios que
prestamos a la sociedad.
Es el momento del diálogo entre
las profesiones, y es el momento priorizar los intereses de la sociedad y los
colegiados, frente a los corporativismos sesgados y rancios que
desgraciadamente se siguen imponiendo. Así que desde aquí, apelo a la altura de
miras y generosidad de todos los dirigentes de las corporaciones profesionales
de la Ingeniería, para comenzar a trabajar en un proyecto de unión, que a buen
seguro no estará exento de dificultades, pero que tendremos que superarlas con
ilusión y con la certeza que el resultado nos hará mejorar a todos.
Y estas son las reflexiones que
he querido compartir con todos ustedes, desde la humildad y con el máximo
respeto a opiniones diferentes, pero a su vez, las hago desde la convicción, el
espíritu constructivo y una óptica liberal (que no libertina), que son las que
guían mis actuaciones y propuestas, con mayor o menor acierto.